ECONOMÍA GEOGRAFICA
INTRODUCCIÓN
Geografía económica, rama de la geografía, en concreto de la geografía humana, que se dedica al estudio de los diversos tipos de actividades económicas y su relación con la explotación de los recursos naturales, a lo largo del mundo. En términos simplistas, es la parte de la geografía dedicada a conocer cómo vive la gente, sus relaciones con la distribución espacial de los recursos y la producción y el consumo de bienes y servicios.
Plan Hidrológico Nacional: la importancia del agua
Según el legislador, la orientación hacia un mayor equilibrio en el reparto del agua en España, así como la satisfacción de las necesidades que en este sentido tiene la ciudadanía, son las bases sobre las que se sustenta el Plan Hidrológico Nacional, y así lo expresa en sus primeros seis artículos, que aquí se ofrecen.
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La geografía económica se puede dividir en cuatro grandes campos interrelacionados: geografía agrícola; geografía del desarrollo; geografía industrial y geografía del transporte. Los geógrafos económicos se han interesado, en los últimos años, por el análisis del desarrollo económico desigual (como demuestran los patrones de actividades económicas a lo largo del mundo), así como por el modo en que se puede relacionar la estructura social con la actividad económica y la forma en que determinadas formas de desarrollo económico hacen uso de los recursos naturales y del medio ambiente.
2 DESARROLLO HISTÓRICO
La geografía económica, como especialidad en el seno de la geografía, tiene sus orígenes en la geografía comercial de finales del siglo XIX —que se centraba en la localización espacial de materias primas y recursos naturales, localización relacionada con la geografía física y el desarrollo de las redes de transporte. La geografía comercial desempeñó un importante papel en el establecimiento y sostenimiento de las relaciones económicas del colonialismo. Muchos de los exploradores del siglo XIX fueron patrocinados por las sociedades geográficas fundadas durante las primeras décadas de la centuria en Berlín, París y Londres. Por ejemplo, los viajes de David Livingstone fueron apadrinados por la Real Sociedad Geográfica británica, con sede en Londres. El objetivo de estas sociedades y de la mayoría de los exploradores era, no sólo descubrir `nuevos' lugares, sino también nuevas fuentes de materias primas que beneficiarían el rápido crecimiento de las industrias europeas. Se inició el comercio con la apertura de áreas, como el África tropical, ricas en materias primas, que podrían ser extraídas por mano de obra indígena y, más tarde, transformadas en bienes de consumo en Europa.
La geografía comercial, imperante hasta mediados del siglo XX, se basó fundamentalmente en el amplio marco de la geografía regional. Se dedicó a la descripción y el trazado de mapas de los recursos naturales y de su explotación en el mundo. Sin embargo, desde la década de 1950, este enfoque, predominantemente descriptivo, dio paso a otro, centrado más en la teoría más atento a los factores económicos. El motor de este cambio fue la llamada `revolución cuantitativa', que afectó a la totalidad de la geografía, y en especial a la geografía humana durante el final de la década de 1950 e inicios de la siguiente. Muchos geógrafos rechazaron el anterior énfasis por la descripción en general, y la idea de unicidad de áreas concretas, centro del interés de la geografía regional de la época, en particular. Por el contrario, empezaron a buscar maneras de introducir un enfoque más científico, mediante el desarrollo de teorías generales que pudieran explicar las estructuras espaciales de la ocupación humana y la explotación de la Tierra
En un primer momento, estas teorías de la geografía económica se basaron fundamentalmente en la política económica neoclásica y asumieron que el sistema de mercados era un racional y eficaz distribuidor de los recursos y de la riqueza. Los aspectos políticos, sociales y culturales y los problemas asociados con la distribución de los recursos y de la riqueza fueron ignorados. Los modelos geográficos derivados de la política económica neoclásica incluían muchas teorías sobre localización de industrias, patrones del uso agrícola de la tierra, patrones de asentamiento y de redes de transporte. Esas teorías defendían las actuaciones para lograr la maximización de los beneficios por parte de los individuos y aprovechaban otras procedentes de la geometría y de la física para predecir modelos geográficos. Algunos modelos anteriores fueron desarrollados en esta época. Entre éstos se hallan el modelo del uso de tierras agrícolas, establecido por el agrónomo alemán Johann Heinrich von Thünen en 1820; el de Alfred Weber sobre el asentamiento industrial, establecido a inicios del siglo XX; y los modelos para la localización de asentamientos, definidos en la década de 1930 por el geógrafo Walter Christaller y el economista August Lösch (que dieron origen a la teoría del lugar central), alemanes ambos.
Estos modelos, sin embargo, no reflejaban con exactitud la complejidad del mundo real y los geógrafos económicos comenzaron, tras la década de 1960, a adoptar teorías que les permitiesen centrarse sobre las consecuencias sociales de la actividad económica. Las teorías de Karl Marx, que había manifestado que la estructura de la sociedad estaba en estrecha relación con la organización del sistema productivo, ejercieron una gran influencia, no sólo en la geografía económica, sino también en la geografía humana en general, lo que constituyó la base de lo que más tarde sería denominada geografía radical.
Las teorías marxistas, que implican que la producción económica y la sociedad están inextricablemente ligadas, mantienen su importancia para los estudios de la relación entre la estructura social y la actividad económica, a cualquier nivel, local o global. El desarrollo desigual, esto es, el hecho de que, tanto en el pasado como en la actualidad, ciertas regiones han sido favorecidas, desde el punto de vista económico, a expensas de otras, ha sido objeto importante de estudio. Esta desigualdad en el desarrollo ocurre a diversas escalas: por ejemplo, a escala mundial, la concentración de riqueza y tecnología tiene lugar en las economías altamente industrializadas de Occidente, a costa de los países en vías de desarrollo. Dentro de los países occidentales, ciertas regiones, como el sureste de Inglaterra, se han desarrollado con mayor rapidez que otras. A una escala menor, Londres es el centro dominante en el sureste de Inglaterra, y dentro de la ciudad, existe, a su vez, una concentración de riqueza en ciertas zonas residenciales o industriales. Son estas tupidas redes las que preocupan a los geógrafos económicos desde la década de 1970.
3 MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN
Los geógrafos económicos, al igual que otros geógrafos humanos, hacen uso de una amplia variedad de datos, así como de diversos métodos de análisis, tales como modelos estadísticos. Entre otras fuentes de datos están las emanadas por gobiernos y organizaciones multinacionales como el Fondo Monetario Internacional o la Organización de las Naciones Unidas, que aportan tasas de producción agrícola e industrial, cifras de desempleo, encuestas sobre el uso de la tierra, estadísticas sobre el comercio, tasa de mortalidad infantil o la relación entre deudas y servicios. Estas fuentes también incluyen mapas, fotografías aéreas e imágenes de satélites, así como la información obtenida, en trabajos de campo, por encuestas y cuestionarios. Una importante fuente de datos, a la vez que herramienta analítica, que está adquiriendo una creciente importancia para todos los geógrafos humanos son los denominados Sistemas de Información Geográfica o SIG (véase Cartografía: Sistemas de Información Geográfica). Éstos son bases de datos especializadas, en las que toda la información está unida a un sistema de referencia espacial y que integran diversos tipos de información, como imágenes aéreas y de satélites; censos; información sobre la ordenación del territorio (como la localización de zonas industriales, residenciales, bosques, pantanos, zonas recreativas y agrícolas); mapas edafológicos, estadísticas de precipitaciones o de transporte. Los SIG pueden utilizarse para analizar, por ejemplo, el impacto de determinadas actividades económicas sobre el medio ambiente, la distribución espacial de industrias concretas o poblaciones (ejecutivos y trabajadores manuales, por ejemplo) dentro de las zonas urbanas.
4 TENDENCIAS ACTUALES
Las relaciones económicas no son estáticas, y la geografía de la economía mundial se halla en constante cambio. En los últimos años, la reestructuración industrial ha provocado la globalización de los procesos productivos. Las industrias pesadas tradicionales se reubican en los países menos desarrollados, mientras que las industrias de alta tecnología y de servicios se instalan en los países desarrollados, incluidas las economías de los países del Sureste asiático, los denominados `tigres asiáticos'. No obstante, aunque los países en vías de desarrollo manufacturan productos y no son meras fuentes de materias primas, éstos raramente controlan el proceso productivo, que en gran medida está en manos de empresas multinacionales. Éstas buscan su instalación en estos países para aprovecharse de los avances en las redes de comunicación y transporte, de las menores restricciones sobre los permisos de instalación y el control de la polución y de los menores costes de la mano de obra.
Además, los países menos desarrollados, en los que se ubican las nuevas plantas industriales, no siempre se benefician de su presencia. A menudo, estas industrias apenas mantienen relación alguna con la economía local, mientras que sus beneficios salen fuera y no revierten en el país. El papel de las multinacionales es controvertido; cabe citar en este sentido, por ejemplo, su implicación en la República de Suráfrica durante el apartheid, o la actual inversión de una compañía petrolífera en el delta del Níger, en Nigeria. La reubicación de las industrias pesadas también ha originado problemas medioambientales y de polución en muchos países en vías de desarrollo. El desastre de la planta química de Bhopl de 1984 es un ejemplo extremo. Todas estas cuestiones son objeto del interés de los geógrafos económicos actuales.
A escala regional, la geografía económica se ha preocupado por el análisis de la importancia de la concentración de ciertas industrias y usos de la tierra en determinadas regiones. En el pasado, estos estudios se centraron en la relación entre los recursos naturales, como el carbón, el hierro o el agua, y las industrias que surgían en torno a éstos. Sin embargo, el desarrollo de las comunicaciones y de los sistemas de transporte desde la década de 1950 ha supuesto que la industrias ya no necesiten, nunca más, estar ligadas a una localización concreta. No obstante, a pesar de que la globalización de la economía mundial y la descentralización de las industrias de los centros metropolitanos tiende a minusvalorar la escala regional, los estudios regionales han generado, de hecho, un gran interés en fechas recientes. La geografía económica todavía se dedica al estudio regional, ya que el carácter de las regiones es, con frecuencia, un importante aspecto a considerar por las empresas, en la medida que concierne a la oferta de ciertos tipos de trabajo. La concentración de industrias de alta tecnología a lo largo del corredor de la autopista M4 en el sur de Inglaterra o en el Silicon Valley en la costa occidental de Estados Unidos, son ejemplos de ello.
La economía de los países altamente industrializados se basa en gran medida en el consumismo, y la geografía económica acrecienta su interés por las pautas de consumo, así como en la producción. Recientes trabajos, por ejemplo, se han centrado en la venta al por menor y en la oferta de servicios. Estos estudios se han visto influidos por el reciente resurgimiento de la geografía cultural, que analiza, a partir de una serie de aspectos como la arquitectura, la pintura, los periódicos, la televisión o la moda, los patrones espaciales de la cultura humana. Las numerosas relaciones entre las pautas de consumo y sus efectos sobre la identidad de las localidades se han convertido en una cuestión fundamental en este tipo de investigación.
Otro reciente tema de interés ha sido el desarrollo sostenible de ciertas actividades económicas. Por `desarrollo sostenible' se entiende el desarrollo económico que gracias a una cuidadosa explotación de los recursos naturales hace frente a las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de generaciones futuras para hacer frente a las suyas. La geografía económica ha mostrado, por ejemplo, los aspectos negativos del desarrollo económico, como la polución, la degradación de los suelos y la desertización, evaluando sus efectos en la sociedad del bienestar y proponiendo recomendaciones para un futuro desarrollo más equilibrado.
Bibliografía
Estas fuentes proporcionan información adicional sobre Geografía económica.
Durante los últimos veinte años, la geografía económica, en todas sus modalidades, se ha hecho más crítica, orientando su preocupación por la desigual distribución de la riqueza y el bienestar. Los últimos progresos en esta ciencia, señalados anteriormente, implican un abanico de escalas geográficas, pautas y procesos mucho más complejos y delicados que los anteriores modelos neoclásicos. Se puede advertir un importante cambio en el campo del interés de la geografía económica, que abarca desde la explotación de los recursos hasta el bienestar humano en todas las partes del mundo.
Sectores económicos
Los sectores económicos son la división de la actividad económica de un Estado o territorio, atendiendo al tipo de proceso productivo que tenga lugar. Desde la publicación de las obras del australiano Colin Clark en 1940, las actividades económicas se dividen en tres grandes sectores denominados primario, secundario y terciario.
La hipótesis de los tres sectores
Es una teoría económica que divide las economías en tres sectores de actividad: la extracción de materias primas (primario), la manufactura (secundario), y los servicios (terciario). Fue desarrollada por Colin Clark y Jean Fourastié.
De acuerdo con esta teoría el principal objeto de la actividad de una economía varía desde el primario, a través del secundario hasta llegar al sector terciario. Fourastié vio el concepto como esencialmente positivo, y en la La Gran Esperanza del Siglo XX escribe sobre el aumento de la calidad de vida, la seguridad social, el florecimiento de la educación y la cultura, una mayor cualificación, la humanización del trabajo y el evitar el desempleo.
Los países con una baja renta per capita están en un estadio temprano de desarrollo; la mayor parte de sus ingresos nacionales son a base de la producción del sector primario. Los países con un estadio más avanzado de desarrollo, con ingresos nacionales intermedios, obtienen sus ingresos del sector secundario principalmente. En los países altamente desarrollados con elevados ingresos, el sector terciario domina las salidas totales de la economía.
Sector Primario
· El sector primario agrupa las actividades que implican la extracción y obtención de materias primas procedentes del medio natural (agricultura, ganadería, minería, silvicultura y pesca). Es propio de las zonas rurales.
Los procesos industriales que se limitan a empacan, preparar o purificar los recursos naturales suelen ser considerados parte del sector primario también, especialmente si dicho producto es difícil de ser transportado en condiciones normales a grandes distancias.
Sector Secundario
· El sector secundario incluye las actividades que suponen la transformación de las materias primas en productos elaborados, es decir, la industria y la construcción (por ejemplo, siderurgia, sector agroalimentario, etc.; la producción de bienes de consumo en general). Se localiza principalmente en zonas urbanas.
Sector Terciario
· El sector terciario, finalmente, es un conjunto mal definido que incluye todas las actividades y prestación de servicios que no pertenecen a los otros dos sectores y que podrían considerarse como actividades de suministro de bienes inmateriales a las personas
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La Primera Guerra Mundial, también llamada la Guerra Mundial o la Gran Guerra hasta 1939, fue una guerra mundial centrada en Europa que comenzó el 28 de julio de 1914 y se libró hasta el 11 de noviembre de 1918. Involucró a todas las grandes potencias del mundo, que se alinearon en dos bandos opuestos: los Aliados de la Triple Entente y las Potencias Centrales de la Triple Alianza. En el transcurso del conflicto fueron movilizados más de 70 millones de militares, incluidos 60 millones de europeos,[2] lo que lo convierte en una de las mayores guerras de la Historia. Murieron más de 9 millones de combatientes,[3] muchos a causa de los avances tecnológicos de la industria armamentística, que hizo estragos contra una infantería que fue usada de forma masiva y temeraria.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del Imperio austro-húngaro, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, fue el detonante inmediato de la guerra, pero las causas subyacentes jugaron un papel decisivo, esencialmente el imperialismo de las políticas exteriores de grandes potencias europeas como el Imperio Alemán, el Imperio austro-húngaro, el Imperio Otomano, el Imperio Ruso, el Imperio Británico, Francia e Italia. El asesinato de Francisco Fernando por el nacionalista yugoslavo Gavrilo Princip dio como resultado un ultimátum de los Habsburgo al Reino de Serbia. Las potencias europeas invocaron diversas alianzas formadas años y décadas atrás, por lo que sólo unas semanas después del magnicidio las grandes potencias estaban en guerra. A través de sus colonias, el conflicto pronto prendió por el mundo.
El 28 de julio, el conflicto dio comienzo con la invasión de Serbia por Austria-Hungría, seguida de la invasión de Bélgica, Luxemburgo y Francia por el Imperio Alemán, y el ataque de Rusia contra Alemania. Tras el avance alemán en dirección a París se llegó a un alto, y el Frente Occidental se estabilizó en una guerra estática de desgaste basada en una extensa red de trincheras que apenas sufrió variaciones significativas hasta 1917. En el frente oriental, el ejército ruso luchó satisfactoriamente contra Austria-Hungría, pero fue obligado a retirarse por el ejército alemán. Se abrieron frentes adicionales tras la entrada en la guerra del Imperio Otomano en 1914, Italia y Bulgaria en 1915 y Rumanía en 1916. El Imperio ruso colapsó en 1917 debido a la Revolución de Octubre, tras lo que dejó la guerra. Después de una ofensiva alemana a lo largo del Frente Occidental en 1918, las fuerzas de los Estados Unidos entraron en las trincheras y los Aliados de la Triple Entente hicieron retroceder al ejército alemán en una serie de exitosas ofensivas. Tras la Revolución de Noviembre de 1918 que forzó la abdicación del Káiser, Alemania aceptó el armisticio el día 11 del mismo mes.
Al final de la guerra, cuatro potencias imperiales (los Imperios Alemán, Ruso, Austro-Húngaro y Otomano) habían sido derrotados militar y políticamente y desaparecieron. Los dos primeros, el alemán y el ruso, perdieron una gran cantidad de territorios, y los otros dos, el austro-húngaro y el otomano, fueron completamente disueltos. El mapa de Europa Central fue redibujado con nuevos y pequeños estados, y se creó la Sociedad de Naciones con la esperanza de prevenir otro conflicto similar. Los nacionalismos europeos espoleados por la guerra y la disolución de los imperios, las repercusiones de la derrota alemana y los problemas con el Tratado de Versalles se consideran generalmente como factores del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
La Paz Armada
A finales del siglo XIX, el Reino Unido dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político. Alemania y Estados Unidos le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX se produjo el reparto de África (a excepción de Liberia y Etiopía) y Asia Meridional, así como el gradual aumento de la presencia europea en China, un estado que para entonces se hallaba en franca decadencia.
Reino Unido y Francia, las dos principales potencias coloniales, se enfrentaron en 1898 y 1899 en el denominado incidente de Faschoda, en Sudán, pero el rápido ascenso del Imperio alemán hizo que los dos países se unieran a través de la Entente cordiale. Alemania, que solamente poseía colonias en Camerún, Namibia, África Oriental, algunas islas del Pacífico (Islas Salomón) y enclaves comerciales en China, empezó a pretender más a medida que aumentaba su poderío militar y económico posterior a su unificación en 1871. Una desacertada diplomacia fue aislando al Reich, que sólo podía contar con la alianza incondicional del Imperio austrohúngaro. Por su parte, Estados Unidos y, en menor medida, el Imperio ruso controlaban vastos territorios, unidos por largas líneas férreas (ferrocarril Atlántico-Pacífico y Transiberiano, respectivamente).
Francia deseaba la revancha de la derrota sufrida frente a Prusia en la Guerra Franco-prusiana de 1870-1871. Mientras París estaba asediada, los príncipes alemanes habían proclamado el Imperio (el llamado Segundo Reich) en el Palacio de Versalles, lo que significó una ofensa para los franceses. La III República perdió Alsacia y Lorena, que pasaron a ser parte del nuevo Reich germánico. Las generaciones francesas de finales del siglo XIX, sobre todo el Ejército, crecieron con la idea de vengar la afrenta recuperando esos territorios. En 1914 sólo hubo un 1% de desertores en el ejército francés, en comparación con el 30% de 1870.
Mientras tanto, los países de los Balcanes liberados del Imperio otomano (el «enfermo de Europa») fueron objeto de rivalidad entre las grandes potencias. Turquía, que se hundía lentamente, no poseía en Europa —hacia 1914— más que Estambul, la antigua Constantinopla. Todos los jóvenes países nacidos de su descomposición (Grecia, Bulgaria, Rumanía, Serbia, Montenegro y Albania) buscaron expandirse a costa de sus vecinos, lo que llevó a dos conflictos entre 1910 y 1913, conocidos como Guerras Balcánicas.
Impulsados por esta situación, los dos enemigos seculares del Imperio Otomano continuaron su política tradicional de avanzar hacia Estambul y los Estrechos. El Imperio Austrohúngaro deseaba proseguir su expansión en el valle del Danubio hasta el mar Negro, sometiendo a los pueblos eslavos. El Imperio Ruso, que estaba ligado histórica y culturalmente a los eslavos de los Balcanes, de confesión ortodoxa —ya les había brindado su apoyo en el pasado— contaba con ellos como aliados naturales en su política de acceder a «puertos de aguas calientes».
Como resultado de estas tensiones, se crearon vastos sistemas de alianzas a partir de 1882:
- La Triple Entente: Francia, Reino Unido y Rusia.
A este período se le conoce como Paz armada, ya que Europa estaba destinando cuantiosas cantidades de recursos en armamentos[4] y, sin embargo, no había guerra, aunque se sabía que ésta era inminente.
Detonante del conflicto
El evento detonante del conflicto fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, Sofía Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914 a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, miembro del grupo serbio "Joven Bosnia", ligado al grupo nacionalista Mano Negra, que apoyaba la unificación de Bosnia con Serbia. Francisco Fernando era el heredero de la corona austro-húngara después de la muerte de su primo, Rodolfo de Habsburgo (en 1889) y de su padre Carlos Luis de Austria (en 1896). Su asesinato precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia que desencadenó la Primera Guerra Mundial.
El Imperio austrohúngaro exigió, con el apoyo del Imperio alemán, investigar el crimen en territorio serbio, ya que consideraba que la organización paneslavista Mano Negra tenía conexión con los servicios secretos de ese país. El Imperio Austrohúngaro dio un ultimátum el 7 de julio a Serbia, la que con apoyo ruso no aceptó todas las condiciones impuestas, en particular la participación de policías austríacos en investigaciones en territorio serbio.
Ante dicha negativa, el 28 de julio de 1914, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. Acto seguido el 29 de julio Rusia ordenó la movilización general. En función de las alianzas militares, el 1 de agosto, Alemania le declaró la guerra a Rusia, al considerar la movilización como un acto de guerra contra Austria-Hungría. Ante esto, y en virtud, de la alianza militar franco-rusa de 1894 Francia le declaró la guerra a Alemania el mismo día.[5]
Los historiadores sostienen que hubo otras causas, como las alianzas entre países (Triple Entente y Triple Alianza), por las que un conflicto local podía tomar dimensiones internacionales. Además entre 1890 y 1914 los países incrementaron progresivamente el presupuesto militar en una carrera armamentística, este período es conocido como la Paz armada.[4]
Guerra de movimientos

Alianzas militares europeas en 1915.
Verde: Triple Entente (aliados)
Rojo: Doble Alianza (Potencias Centrales)
Amarillo: Países no beligerantes.
Verde: Triple Entente (aliados)
Rojo: Doble Alianza (Potencias Centrales)
Amarillo: Países no beligerantes.
En 1914, los europeos pensaban que la guerra sería corta. Pero los generales, que habían estudiado las guerras napoleónicas, estaban equivocados en su enfoque inicial del enfrentamiento, basado en el uso masivo de la infantería. Respondiendo a la enorme eficacia de las armas (fusiles, armas automáticas y artillería pesada), las fortificaciones fueron reforzadas. La caballería sería inútil como medio para romper el frente.
Al comienzo de la guerra los dos bandos trataron de obtener una victoria rápida mediante ofensivas fulminantes. Los franceses agruparon sus tropas en la frontera con Alemania, entre Nancy y Belfort, divididas en cinco ejércitos. Previendo un ataque frontal en Lorena, organizaron el Plan XVII. Los alemanes tenían un plan mucho más ambicioso. Contaban con la rapidez de un movimiento de contorno por Bélgica para sorprender a las tropas francesas y marchar hacia el este de París (Plan Schlieffen de 1905) y luego enfrentarse a las fuerzas enemigas y empujarlas hacia el Jura y Suiza. Tan sólo ubicaron 2/7 de sus tropas sobre la frontera para resistir el ataque frontal en Alsacia-Lorena.
El comienzo del plan trascurrió perfectamente para el Reich. Sus tropas avanzaron sobre Bélgica el 4 de agosto, lo cual provocó la intervención inglesa. Posteriormente derrotaron al ejército francés en diversas batallas. Los franceses lanzaron simultáneamente el Plan XVII, pero resultó un fracaso debido a las armas automáticas que frenaron cualquier asalto y a un repliegue prematuro de las tropas hacia sus líneas. Semanas después estaban ya ubicados en el río Marne, donde chocaron con el Cuerpo Británico y el ejército francés, quienes frenaron el avance alemán. La derrota germana frustró el plan original y acabó con las expectativas de una conflagración breve, marcando el abandono definitivo de los planes anteriores a la guerra. En ese momento comenzó la «carrera hacia el mar»: los dos Ejércitos marcharon hacia el Mar del Norte; ataques y contra-ataques se sucedieron. La contienda se desarrollaría en territorio francés y belga. Las tropas británicas no tardaron en intervenir en mayor número, junto a los restos del ejército belga.
Mientras tanto, Austria-Hungría fracasó en su intento de tomar Belgrado, lo cual lograría después con ayuda alemana, en agosto del 1915. Rusia invadió Prusia Oriental, pero los generales de estado mayor prusianos Hindenburg y Ludendorff los batirán contundentemente en Tannenberg.
En el curso de 1915, dos nuevos países entraron en la guerra: Italia del lado de los Aliados y Bulgaria al lado de las potencias centrales, que con este apoyo derrotan y ocupan a Serbia. Desde el comienzo de la guerra, el Vaticano y Suiza intentaron infructuosamente sondeos por la paz.
Frente occidental
Véase también: Guerra de trincheras
El 4 agosto de 1914, el ejército alemán abrió el frente occidental invadiendo Bélgica y Luxemburgo, con un ataque a la ciudad de Lieja. y luego obteniendo el control militar de regiones industriales importantes del oeste de Francia, derrotando al ejército francés en la batalla de Lorena, la batalla de Charleroi (21 de agosto) y en la batalla de Maubeuge una semana más tarde. La fuerza del avance fue contenida drásticamente con la Primera Batalla del Marne en septiembre de 1914, donde enfrentaron al Cuerpo Británico compuesto por 5 divisiones experimentadas y las tropas de reserva francesas. Los taxis de París ayudaron a trasladar a los efectivos ingleses al frente. El equilibrio de fuerzas y las nuevas armas facilitaron la defensa frente al ataque e impusieron la estabilización del frente. Ambos contendientes se atrincheraron en una línea sinuosa de posiciones fortificadas que se extendía desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza con Francia. Esta línea permaneció sin cambios sustanciales durante casi toda la guerra.
Un asalto presentaba tal desventaja frente al adversario que los ataques aliados fueron infructuosos y Alemania pudo resistir a pesar de combatir en dos frentes. En estos ataques se recurrió a bombardeos masivos de artillería y al avance masivo de la infantería. Sin embargo, la combinación de las trincheras, los nidos de ametralladoras, el alambre de espino y la artillería infligían cuantiosas bajas a los atacantes y a los defensores en contraataque. Como resultado, no se conseguían avances significativos. Las condiciones sanitarias y humanas para los soldados eran muy crudas y las bajas elevadísimas.
En otoño de 1915 el general Joseph Joffre intentó una ofensiva, con apoyo inglés, que concluyó en un gigantesco fracaso. Después de este éxito defensivo, a finales de año, el general Von Falkenhayn, Jefe de Estado Mayor, propuso al Kaiser su proyecto de atacar Verdún. Plaza fuerte e impenetrable según la propaganda francesa, pero que estaba en posición delicada por no poseer un camino o vía férrea para su reavituallamiento. Los alemanes esperaban que su caída debilitaría la moral de los soldados franceses. El 21 de febrero de 1916, el ataque se inició con la artillería bombardeando violentamente las posiciones aliadas. Los alemanes avanzaron poco, pero las pérdidas francesas fueron enormes. El 25 de febrero, el General Langle de Cary decidió abandonar la ciudad, pero el mando francés no estaba dispuesto a perder Verdún y nombró en su lugar a Philippe Pétain, quien organizó una serie de violentos contraataques.
El 1 de julio, los británicos desataron una gran lucha paralela en la Batalla del Somme, a fin de dividir las tropas alemanas y reducir la presión sobre Francia. Los alemanes retrocedieron escasos kilómetros, pero en orden. Al final, el frente casi no se modificó ni en Verdún ni en el Somme, pese a los centenares de miles de bajas.
En un esfuerzo por romper este callejón sin salida, este frente presenció la introducción de nuevas tecnologías militares, incluyendo el gas venenoso y los tanques. Pero sólo tras la adopción de mejoras tácticas se recuperó cierto grado de movilidad.
A pesar del estancamiento de este frente, este escenario resultó decisivo. El avance inexorable de los ejércitos aliados en 1918 convenció a los comandantes alemanes de que la derrota era inevitable, y el gobierno se vio obligado a negociar las condiciones de un armisticio.
Frente oriental
La estrategia de guerra alemana funcionó contra Rusia. El ejército ruso contaba con 8 millones de hombres en 1914, pero estaba compuesto principalmente por campesinos sin ninguna formación militar, mal armados y equipados. El mando ruso era también mediocre. Los dos ejércitos se enfrentaron en la Batalla de Tannenberg (Prusia Oriental) del 26 al 30 de agosto de 1914, y en la batalla de los lagos Masurianos del 6 al 15 de septiembre de 1914. Los rusos sufrieron grandes derrotas en los dos casos y fueron obligados a replegarse. Los comandantes alemanes en esta exitosa campaña defensiva fueron Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff.
Austria-Hungría, en cambio, no pudo repeler la invasión de Galitzia. En junio de 1916 tiene éxito una ofensiva rusa dirigida por el General Brusílov, que se interna en las líneas austrohúngaras. Regimientos enteros se pasaron a las filas rusas, demostrando la fragilidad del Imperio Austrohúngaro. Motivada por esta circunstancia, Rumanía declara la guerra a los Imperios Centrales, pero es fácilmente derrotada y ocupada por los alemanes, lo que compromete aún más la posición rusa. El Imperio de los Romanov no volvería a intentar ninguna ofensiva de relevancia en el resto de la contienda.
Alemania pasó a la ofensiva y conquistó el Golfo de Riga, destruyendo o capturando a buena parte de los contingentes rusos (Alexéi Alexéievich Brusílov). El frente oriental estuvo en constante movimiento y no conoció la guerra de trincheras. La caballería jugó aún cierto papel en esta guerra de movimientos.
Otros frentes
Si bien los principales esfuerzos de los beligerantes se concentraron en los frentes occidental y oriental, la guerra se libró con mayor o menor intensidad en distintas partes del globo. Se combatió en los Balcanes, en los Dardanelos, en Oriente Medio, en el Cáucaso, en los Alpes italianos, en África, en Extremo Oriente, en el Pacífico y en el Atlántico.
Frente balcánico
En la región de los Balcanes, tuvieron lugar una serie de campañas militares entre las Potencias Centrales (Austria-Hungría, Alemania, el Imperio Otomano y Bulgaria) por un lado y los aliados (Serbia, Montenegro, Rusia, Francia, Reino Unido y más tarde Rumanía y Grecia), por otro. En este teatro de operaciones la guerra comenzó con la invasión austro-húngara a Serbia en 1914, que acabó con la conquista de Serbia y Montenegro a fines de 1915. Las fuerzas serbias fueron atacadas desde el norte y el este y se vieron obligadas a retirarse del país, sin embargo, el ejército serbio se mantuvo operativo, aunque emplazado en Grecia.
En el otoño de 1915, los aliados intentaron ir en ayuda de los serbios, por medio de una expedición franco-británica que se estableció en el puerto de Salónica, en Grecia. el plan aliado consistía en socorrer a los serbios desde el sur, abriendo un frente en Macedonia. La expedición llegó demasiado tarde y con insuficiente fuerza para evitar la caída de Serbia, y se vio complicada por la crisis política interna en Grecia. No obstante, se logró mantener estable el frente macedonio, desde la costa albanesa al río Estrimón, en Bulgaria, hasta 1918.
En 1916 Rumanía entra en guerra contra las Potencias Centrales, pero esta decisión resultó desastrosa para los rumanos. Poco después de la declaración de guerra rumana, una ofensiva combinada entre los alemanes, austro-húngaros, búlgaros y otomanos conquistó dos tercios del país en una rápida campaña que finalizó en diciembre de 1916. Sin embargo, los ejércitos ruso y rumano consiguieron estabilizar el frente y mantenerlo en Moldavia. En 1917, Grecia entró en la guerra del lado aliado, y en septiembre de 1918 se produjo la gran ofensiva aliada de una fuerza multinacional acantonada en el norte de Grecia, que dio lugar a la capitulación de Bulgaria y a la liberación de Serbia.
Frente del Oriente Medio
Véase también: Batalla de Galípoli
Los Aliados contaban con la debilidad del Imperio Otomano para abrir una vía directa y apoyar a sus aliados rusos. La campaña de los Dardanelos fue iniciada por los ingleses, a sugerencia de Winston Churchill, para controlar el estrecho de los Dardanelos, lo que permitiría a Francia y al Imperio Británico revitalizar a Rusia, neutralizar al Imperio Otomano y encerrar a los imperios centrales. El ambicioso proyecto comenzó con el despliegue de una imponente flota inglesa y el desembarco de tropas en Galípoli, pero los otomanos, mandados por Mustafa Kemal Atatürk, se defendieron con una eficacia inesperada. Los aliados no consiguieron penetrar en el Imperio Otomano y fracasaron en las sucesivas ofensivas. La operación fue un sangriento desastre, convirtiéndose en una nueva batalla de trincheras (para colmo, esta vez con el mar a espaldas de los Aliados). Después de unos meses de inútiles tentativas, el mando inglés decidió evacuar Galípoli y dirigir su cuerpo expedicionario a Salónica, Grecia. Este ejército sostendría enseguida a los serbios que no se rindieron. Ante todo, se mantuvo a la espera de nuevas oportunidades, como convencer a Grecia de entrar en la guerra.
Durante todo el conflicto, los británicos fomentaron el sublevamiento de las tribus árabes para perturbar a los otomanos. En esta misión destacó el célebre oficial T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia. La Declaración Balfour propuso el establecimiento de un Estado judío en Palestina, para motivar a los judíos estadounidenses a que apoyaran el ingreso de ese país en la guerra. En 1916 los británicos atacaron Palestina, cuyo control mantendrían hasta 1948.
Frente Italiano
En 1915, Italia se une a los Aliados y ataca a Austria. Sin embargo, una larga serie de ofensivas sobre el río Isonzo fracasa. En 1917, son los austro-húngaros, reforzados por tropas alemanas, los que baten duramente a los italianos en Caporetto. Este desastre casi saca a Italia de la guerra, pero el frente se estabiliza sobre el río Piave.
La guerra en África
En África, británicos y franceses atacaron desde todos los frentes a las colonias alemanas, rodeadas por sus posesiones. Las fuerzas germanas en Togolandia y Camerún se rindieron rápidamente a las tropas anglo-francesas, mientras que la colonia de África del Sudoeste Alemana fue invadida por el ejército sudafricano y ocupada totalmente en 1915 (véase: Campaña de África del Sudoeste). Sólo la colonia de Tanganica, bajo la dirección del general Paul von Lettow-Vorbeck, resistió bajo dominio alemán hasta el final de la contienda.
La guerra en el Extremo Oriente y el Pacífico
Tras el estallido de la guerra, el Imperio Japonés envió un ultimátum a Alemania, solicitándole la evacuación de Jiaozhou (noreste de China). Alemania se negó a cumplirlo, por lo que Japón entró en la guerra del lado de los aliados el 23 de agosto de 1914. Las tropas japonesas ocuparon las posesiones alemanas en las islas Carolinas y Marianas. En 1915, Japón presentó las Veintiuna exigencias a China que obligaban a China a no alquilar ni ceder ningún territorio frente a Taiwán a ningún país, excepto a Japón. En 1919, China cedió los derechos comerciales de Mongolia Interior y Manchuria a Japón.
Mientras tanto, en el Pacífico también hubo movimientos aunque no batallas de importancia. Las tropas australianas estacionadas en Papúa ocuparon sin problemas la Nueva Guinea Alemana, mientras que Japón y Nueva Zelanda dirigieron ataques contra las bases alemanas en las Islas Marianas. El puerto chino de Qingdao, principal base alemana en Extremo Oriente, fue ocupado por los japoneses.
Como resultado del acuerdo de paz de la guerra mundial, Japón recibió las islas del Pacífico que había ocupado.
La guerra en el mar
La guerra naval en la Primera Guerra Mundial se caracterizó por los esfuerzos de las potencias Aliadas, especialmente Gran Bretaña, de imponer un bloqueo marítimo a los Imperios Centrales, utilizando sus grandes flotas navales; y por los esfuerzos de los Imperios Centrales de romper el bloqueo o establecer un bloqueo efectivo del Reino Unido y Francia. Los alemanes, que contaban con una importante flota de submarinos, intentaron imponer un bloqueo completo al Reino Unido y Francia, interceptar el apoyo de sus colonias y romper las rutas de aprovisionamiento entre América (carne de Argentina, armamento estadounidense) y Europa.
El Mar del Norte y el Canal de la Mancha fueron los principales teatros de operaciones de la guerra en el mar. En ellos se enfrentaron la Gran Flota británica y la Flota de Alta Mar alemana, que protagonizaron tres grandes batallas. En agosto de 1914 se encontraron en la batalla de Heligoland, en enero de 1915 en la batalla del Banco Dogger, ambas a favor del Reino Unido. A mediados de 1916 ambas flotas se encontraron en pleno frente a la península de Jutlandia. En la Batalla de Jutlandia los alemanes, dirigidos por los almirantes Reinhard Scheer y Franz von Hipper, tenían como objetivo impedir el abastecimiento británico desde Noruega. La batalla comenzó el 31 de mayo, y fue el mayor combate naval registrado durante la guerra. No hubo un total ganador, ya que la Marina Real Británica, bajo mando de los almirantes John Jellicoe y David Beatty, perdió más hombres y naves, pero los alemanes no pudieron romper el bloqueo y tuvieron más buques dañados.[6]
Además la guerra en el mar se disputó en otros escenarios. En el Atlántico la actividad alemana se caracterizó por la guerra submarina. En el Mediterráneo, las flotas aliadas (británica, francesa e italiana) se enfrentaron a la Armada Austro-Húngara en el Adriático, siendo el mayor enfrentamiento la batalla del canal de Otranto en 1917;[7] y a la Armada Otomana durante la campaña de los Dardanelos. En el Océano Pacífico se enfrentaron el Escuadrón Alemán del Lejano Oriente, comandado por el almirante Graf von Spee, con el 4° Escuadrón de la Real Marina Británica, la Real Marina Australiana y algunas unidades de la Marina Imperial Rusa y de la Armada Francesa. Las principales batallas de este teatro de operaciones fueron la batalla de Coronel y la batalla de las Malvinas.
El epílogo a la contienda naval, lo puso el hundimiento de la flota alemana bajo el mando de Ludwig von Reuter por sus propios tripulantes mientras se encontraba internada en Scapa Flow, para evitar que la Flota de Alta Mar fuera repartida entre los aliados.
Telegrama Zimmermann
El 16 de enero de 1917, el ministro alemán del Exterior, Arthur Zimmermann, envió un telegrama al embajador en México, Heinrich von Eckardt, con indicaciones precisas para convencer a Venustiano Carranza, de que México entrase a la guerra del lado de los Imperios Centrales. El telegrama prometía a México la restitución de los territorios perdidos por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Dicho telegrama también sugería que el presidente Carranza se comunicase con Tokio para llegar a un acuerdo que hiciera que el Imperio japonés se pasase a lado alemán. El telegrama fue interceptado por fuerzas de inteligencia británicas, lo que provocó la entrada de Estados Unidos a la guerra. Carranza no aceptó la oferta, puesto que México acababa de enfrentar la Revolución mexicana y no se encontraba en condiciones económicas adecuadas. Además, el mandatario se encontraba preocupado por la Expedición Punitiva. México no sólo no entró a la guerra, sino que envió a Francisco León de la Barra como alto comisionado mexicano de la Paz.
1917: el viraje de la guerra
Véase también: Revolución rusa de 1917
En 1917, el Estado Mayor alemán tomó la decisión de aguantar a los Aliados en el Oeste y hundir de una vez a las desalentadas tropas zaristas, luego de la victoria táctica de los británicos en Arras. Los franceses, tras el fracaso total de su ofensiva de Chemin des Dames, no son capaces de lanzar ninguna otra ofensiva, limitándose a resistir. El 7 de junio los británicos lanzan una ofensiva en Flandes, sin embargo, no consiguen romper el frente. El conflicto se estanca y el desaliento cunde en la retaguardia. La población civil padece restricciones, sobre todo en Alemania, bloqueada por los aliados.
En abril de 1917 los Estados Unidos le declararon la guerra a los imperios centrales, lo que le dio a la contienda el carácter mundial. No obstante, sus efectos no se sentirían sino hasta 1918. El hecho que motivó el ingreso de Estados Unidos en la guerra, fue el hundimiento del Lusitania (hundido el 7 de Mayo de 1915), donde murieron 123 estadounidenses, por un submarino alemán. Este hecho provocó una viva reacción en Estados Unidos, que se preparó para entrar oficialmente en guerra al lado de los aliados.
En febrero de 1917 en Rusia estalla la Revolución Rusa, la cual obligó a abdicar al Zar Nicolás II, quedando el país bajo el mando de Aleksandr Kérenski, quien continuó en guerra contra Alemania. Sin embargo en octubre estallaría la revolución bolchevique, que depuso al gobierno de Kérenski. Este clima de inestabilidad permitió a los alemanes avanzar considerablemente en Rusia.
Los bolcheviques tomaron el control total y firmaron el armisticio con los imperios centrales en el mes de diciembre, después de la Paz de Brest-Litovsk (negociada por León Trotsky) en marzo de 1918. Para obtener esta paz consintieron enormes sacrificios económicos y territoriales. Además, Alemania ocupó Polonia, Ucrania, Finlandia, los países bálticos y parte de Bielorrusia. El Reich aprovechó esta victoria para enviar casi todo su ejército oriental al frente occidental e intentar obtener una victoria rápida antes de la llegada masiva de los estadounidenses. Era su baza definitiva, ya que Austria-Hungría, Bulgaria y el Imperio Otomano daban muestras de desaliento ante las mayores reservas financieras y de hombres de los Aliados.
Finalmente el 17 de julio de 1918 el Zar Nicolás II fue asesinado con toda su familia en Ekaterimburgo, por temor a que el avance de la Legión Checoslovaca hacia la ciudad, pudiera liberar al Zar. La revolución rusa, en particular luego del tratado de Brest-Litovsk, dio paso a una guerra civil, que se extendió hasta 1923, provocada por el levantamiento de grupos anti bolcheviques dentro y fuera de Rusia, que se organizaron para actuar contra el nuevo régimen.
Fin de la guerra

Cementerio cerca de Verdún. El monumento al fondo contiene restos sin identificar de miles de soldados alemanes y franceses.
Reforzados por las tropas provenientes del frente este, los alemanes ponen todas sus fuerzas en su última ofensiva, nombrada por el General de Infantería Erich Ludendorff como Kaiserschlacht (nombre clave Michael), a partir de marzo de 1918, sobre el río Somme, en Flandes y en Champagne. Esta comenzó el 21 de marzo y se extendió hasta el 5 de abril, aunque con el final de esta los alemanes continuaron con una serie de cuatro ofensivas hasta el 17 de junio. Pero, mal alimentadas y cansadas, las tropas alemanas no pudieron resistir la contraofensiva de Foch y fallan frente al objetivo final: París, quedando a 120 km de la capital gala. El General Foch comanda sus tropas francesas y estadounidenses hacia la victoria, en la segunda batalla del Marne. Los primeros tanques británicos entraron en combate y la superioridad aérea aliada era evidente.
Es el principio del fin para los Imperios Centrales. En los Balcanes, las tropas francesas atacan las líneas búlgaras en Macedonia. Después de pocos días de lucha, Bulgaria comprende que no puede hacerles frente y pide el armisticio. El Imperio otomano está al límite de sus fuerzas y no puede contener a los británicos que han tomado ya Jerusalén y Bagdad y avanzan hacia Anatolia; la derrota búlgara no hace sino empeorar las cosas. Franceses y británicos ocupan el Oriente Próximo e Irak y el Imperio Otomano también se rinde.
El duelo entre italianos y austríacos está asimismo por resolverse. El General Díaz se ve presionado por su gobierno, que necesita de una victoria en el frente alpino para poder negociar. Los italianos derrotan a Austria-Hungría en Vittorio Veneto. Este hecho se suma al descalabro del ejército imperial en los Balcanes, y la monarquía de los Habsburgo se hunde.
El Reich está en una situación desesperada: se ha quedado sin aliados, su población civil sufre draconianas restricciones, su ejército está al límite, sin reservas y desmoralizado. Ludendorff y Hindenburg son partidarios de la capitulación inmediata, pues creen que el frente se derrumbará en cualquier momento. En efecto, tropas estadounidenses de repuesto no paran de desembarcar e incluso Italia se prepara para enviar un contingente a Francia. El 8 de agosto un ataque aliado cerca de Amiens tiene éxito y rompe el frente alemán; los aliados penetran en Bélgica. El Alto Mando pide al brazo político iniciar inmediatamente negociaciones de paz. Cunde la convicción de que la guerra está perdida. Wilson proclama que Estados Unidos sólo negociará con un gobierno alemán democrático. Los Hohenzollern tienen los días contados. Tras una revolución obrera en Berlín, el Káiser huye a Holanda. El gobierno de la nueva República alemana firma el armisticio de Rethondes el 11 de noviembre de 1918. La guerra termina con la victoria de los Aliados.
Tratados de paz
Tras el conflicto, se firmaron varios tratados de paz por separado entre cada uno de los vencidos y todos los vencedores, con excepción de Rusia, que había abandonado la guerra en 1917. Al conjunto de estos tratados se le conoce como La Paz de París (1919-1920).
Versalles: Firmado el 28 de junio de 1919 entre los aliados y Alemania. El antiguo territorio del Imperio alemán fue cortado en dos por el Corredor polaco, desmilitarizado, confiscadas sus colonias, supervisado, condenado a pagar enormes compensaciones y tratado como responsable del conflicto. Este tratado produjo gran amargura entre los alemanes y fue la semilla inicial para el próximo conflicto mundial. Con este tratado también fue creada la Sociedad de Naciones.
Saint-Germain-en-Laye: Firmado el 10 de septiembre de 1919 entre los aliados y Austria-Hungría. En este tratado se establecía el desmembramiento de la antigua monarquía de los Habsburgo, el Imperio Austrohúngaro, y Austria quedó limitada a algunas zonas en las que se hablaba solamente el alemán.
Sèvres: Firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y los aliados (a excepción de Rusia y Estados Unidos). El Tratado dejaba a los otomanos sin la mayor parte de sus antiguas posesiones, limitando sus territorios a Constantinopla y parte de Asia Menor.
Trianon: Acuerdo impuesto a Hungría el 4 de junio de 1920 por los aliados, en el que se dictaminó la entrega de territorios a Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia.
Neuilly: Firmado el 27 de noviembre de 1919 en Neuilly-sur-Seine (Francia) entre Bulgaria y las potencias vencedoras. De acuerdo con lo estipulado en el tratado, Bulgaria reconocía el nuevo Reino de Yugoslavia, pagaba 400 millones de dólares en concepto de indemnización y reducía su ejército a 20.000 efectivos. Además, perdía una franja de terreno occidental en favor de Yugoslavia y cedía Tracia occidental a Grecia, por lo que quedaba sin acceso al Mar Egeo.
Aspectos económicos
La primera guerra mundial fue la primera que exigió a los gobiernos intervenir en la economía para lograr resolver cuestiones de envergadura relacionadas con la disponibilidad de los factores de producción y la necesidad de distribuirlos en un escenario caracterizado por deudas crecientes y diversificadas y por restricciones a la importación.
Producción: El accionar del Estado en relación a los procesos productivos se limitó al control de los mismos sin afectar los principios de la libre empresa. El principal problema para la producción fue el factor trabajo ya que la mano de obra estaba en reclutamiento. En consecuencia, las potencias en guerra recurrieron al trabajo femenino. En el sector agrario se incentivó la producción por todos los medios. Por ejemplo, Alemania obligó a cultivar las tierras comunales e Inglaterra estableció multas al terreno baldío. La producción industrial también experimento un importante crecimiento sobre todo la industria metalúrgica para la fabricación de armamento y la textil para la confección de uniformes.
Distribución e intercambios: Los problemas de distribución de materias primas y alimentos se fueron agudizando a medida que transcurría la guerra. Los bloqueos comerciales por parte de ambos bandos obligaron a cambiar las rutas de comercio con un correspondiente aumento de los fletas. A su vez, una economía de guerra obligó a las autoridades a fijar cupos de importación, fijar precios y crear organismos de distribución de alimentos. Hasta Inglaterra, quien había mantenido el libre comercio durante la crisis de 1873, debió realizar medidas proteccionistas como derechos arancelarios. Por otro lado, los problemas de transporte interno fueron serios, por ejemplo, el Estado alemán subordinó a las empresas ferroviarias para organizar la circulación.
Financiamiento: El conflicto armado significó para los Estados involucrados en él un aumento del gasto público lo que provocaba inflación. Las posibilidades de financiamiento de la guerra eran tres: emitir moneda, recaudar más impuestos y a través de empréstitos internos. Una cuarta opción era la financiación externa en el caso de Gran Bretaña y sus aliados. Alemania tenía la idea de que al final de una guerra victoriosa, los vencidos pagarían los costos. Por eso, en su mayoría, recurrió a empréstitos internos para financiarse. Francia compartía la misma noción de Alemania y pensaba que los vencidos pagarían los costos de guerra. Recurrió en gran medida al crédito exterior, emisión de bonos y empréstitos de guerra. Inglaterra por su parte, logró la autorización para emitir moneda de los límites establecidos por ley; aunque la mayor financiación la obtuvo a partir de reformas impositivas. Con respecto a la financiación exterior, Gran Bretaña inicialmente era el banquero de sus aliados debido a su posición privilegiada. A medida que avanzó el conflicto, encontró cada vez más dificultades para desempeñar ese papel por lo que empezó a recibir dinero de Estados Unidos. En consecuencia, el papel de gran acreedor pasó en manos de EE.UU.
Empresas: Las empresas beneficiadas con la guerra fueron una serie de nuevas industrias que proveían bienes y servicios al ejército. El crecimiento de la demanda bélica favoreció a su vez el perfeccionamiento de las técnicas de organización científica del trabajo, concentrándose el fenómeno de estandarización. A partir de ella, la fabricación de un gran número de artículos se redujo a un corto número de tipos normalizados para ser producidos en serie. Por otro lado, la guerra modificó de manera profunda las relaciones entre gobierno, ciencia e industria. El Estado asumió la responsabilidad directa en la orientación de la actividad científica y la aplicación de esta en la industria. La guerra constituyó una etapa más en el proceso de concentración económica. La posición privilegiada que ostentaban las grandes empresas ya antes del conflicto les permitió ser beneficiarias preferenciales de los contratos estatales destinados al aprovisionamiento de las tropas, así también como créditos más baratos.
El resto del mundo: La guerra fue un importante factor en la expansión económica de algunos países situados fuera del escenario principal de los acontecimientos. Se abrieron perspectivas de exportación para cubrir una demanda distorsionada que permitía vender a precios altos, alimentos, materias primas, y productos industriales. Estados Unidos, al ser el único país industrializado fuera de Europa, abasteció la demanda de los que peleaban, de los países que antes compraban a Europa y de sus propias necesidades desde que entró en guerra en 1917. En América Latina, la guerra favoreció la expansión de la exportación de materias primas y alimentos que constituían la base de su participación en el mercado mundial. Por otro lado, el vacío generado por el retiro de capitales británicos en la región, permitió la posición de capitales privados norteamericanos. Japón, si bien estaba en guerra, su participación fue escasa, por lo que la actividad económica apenas se vio afectada. La base de la expansión japonesa fue la exportación de productos industriales hacia los mercados asiáticos abandonados por los europeos.
Consecuencias
Soldados | |
Aliados | |
Imperio Británico | 908.371 |
Australia | 60.000 |
Canadá | 55.000 |
India | 25.000 |
Nueva Zelanda | 16.000 |
Sudáfrica | 7.000 |
Reino Unido | 715.000 |
Francia | 1.240.000 |
Colonias francesas | 114.000 |
Bélgica | 13.716 |
Estados Unidos | 50.600 |
Grecia | 5.000 |
Italia | 650.000 |
Japón | 300 |
Portugal | 7.234 |
Rumania | 335.706 |
Rusia | 1.700.000 |
Serbia | 45.000 |
Potencias centrales | |
Alemania | 1.773.700 |
Austria-Hungría | 1.200.000 |
Bulgaria | 87.500 |
Turquía | 325.000 |
Civiles | |
Alemania | 760.000 |
Austria-Hungría | 300.000 |
Bélgica | 30.000 |
Gran Bretaña | 31.000 |
Bulgaria | 275.000 |
Francia | 40.000 |
Grecia | 132.000 |
Rumania | 275.000 |
Rusia | 10.000.000 |
Serbia | 650.000 |
Turquía | 1.000.000 |
Lucharon 65,8 millones de soldados, de los que murieron más de 1 de cada 8, un promedio de 6.046 hombres muertos cada día de los cuatro años que duró.[8] A consecuencia de esta guerra cayeron cuatro imperios -el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano- y tres grandes dinastías, los Hohenzollern, los Habsburgo y los Romanov. Confirmaba el final del Absolutismo Monárquico en Europa. Se calcula que la guerra produjo aproximadamente ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más afectado proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos, equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañado por un déficit de nacimientos. El estancamiento demográfico francés se prolongó, con un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración. El norte francés estaba en ruinas: casas, puentes, vías férreas, fábricas, etc.
En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de 1919:
- el Imperio Austrohúngaro fue disuelto dando paso a los Estados de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes,
- el Imperio alemán finalizó y fue reemplazado por la República de Weimar, que gobernaría sobre una Alemania mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra.
Nuevo equilibrio político mundial. Aunque las colonias suministraron víveres, materias primas y combatientes a sus metrópolis, tras la guerra los pueblos coloniales empezaron a cuestionar sus lazos con la metrópoli y reclamaron una mejora de su situación. Esto, sumado al progreso del nacionalismo en el seno de las colonias, constituirían el proceso de descolonización que iniciaría tras la Guerra y que concluiría con la independencia de varios Estados actuales, luego de la Segunda Guerra Mundial. A este primer declive de la influencia de Europa en las colonias, se sumó la expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto con Japón, que reconsideraría su aislamiento de los asuntos mundiales, y que junto con el Imperio Japonés tendrían un lugar destacado en la escena internacional.
Transformación social. Las diferencias sociales se acentuaron con el enriquecimiento de los mercaderes de armas y el empobrecimiento de los pequeños ahorradores, los retirados y los asalariados afectados por la inflación. Las mujeres adquirieron un nuevo lugar en la sociedad y se volvieron indispensables durante toda la guerra, en el campo, las fábricas, las oficinas, las escuelas (para compensar la marcha de numerosos profesores). El feminismo progresaba, el derecho a voto fue acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Turquía y Rusia, pero no en Francia. Los cambios sociales estarán estrechamente ligados a la lucha política que emprenderán el Liberalismo, el Comunismo, y el Fascismo a lo largo del siglo XX.
Consecuencias tecnológicas. La contienda reveló la maquinaria de terror paradójicamente surgida de los avances y progreso de la ciencia y la tecnología. El intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra (vgr. Fusiles de repetición, ametralladoras, gases venenosos dando origen a la guerra biológica y química, vehículos de combate, dirigibles, primeros aviones de guerra, y acorazados de acero) modificarían la ciencia militar cuyas prácticas datan de varios siglos atrás de conflictos humanos. La artillería multiplicó los calibres, aumentó el alcance y mejoró los métodos de corrección. El transporte motorizado se generalizó y volvió obsoleta la artillería impulsada por personas o animales de tiro; el caballo dejó de ser útil como instrumento militar. Igualmente supuso cambios en la estrategia militar donde en adelante sería necesario el sigilo y el escondite de las tropas para poder combatir, modificando la vestimenta de los soldados con tal fin.
También se revelaría el grave daño que padecería la población civil producto de los bombardeos a las ciudades y otros daños colaterales; la población civil y no beligerante se transformarías en nuevas víctimas visibles y objetivos militares de la nueva forma de hacer la guerra que reveló la Primera Guerra Mundial, producto de la masificación de los ataques no convencionales por un armamento mucho más destructivo y de mayor alcance.
Consecuencias políticas en Alemania. Los cinco tratados tras la guerra, principalmente el suscrito en Versalles, ocasionaron un ambiente de opresión hacia los vencidos. La nueva Alemania republicana sufrió las consecuencias del Imperio Alemán y su economía fue explotada por los vencedores. Así surgieron tesis tanto izquierdistas como derechistas para acabar con esta situación. Los golpes contra el sistema comenzaron cuando, en 1921, milicias comunistas se levantaron en Múnich. La revuelta fue sofocada. Adolf Hitler culpaba a los marxistas alemanes de la rendición alemana, alegando como pruebas la constitución progresista de Weimar y el armisticio a continuación. Cuando Hitler aún seguía en las trincheras, los militares alemanes convencían a la población civil de que la guerra podía ser ganada, mientras que confesaban a los políticos que la rendición era ineludible. Pero Hitler sostuvo esta tesis en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores y, con ella, dirigió el denominado Putsch de Múnich de 1923 contra la sede del gobierno. El golpe militar fue aplastado y Hitler recluido en prisión durante ocho meses. Sin embargo, en enero de 1933 Hitler fue nombrado canciller por el presidente Paul von Hindenburg y el 14 de octubre de 1933 triunfó en las elecciones, por lo que llegó al parlamento alemán.
Véase también: Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial
Testimonios, literatura y filmografía
En sus Memorias de mi vida el mariscal Paul von Hindenburg considera que Alemania no perdió la guerra por causas militares. En 2001 se publicó la biografía de Mata Hari de Russell Warren Howe. Roger Vercel publicó una famosa serie de novelas sobre el Capitán Conan que dio lugar a la película homónima de Bertrand Tavernier; también fue llevada al cine El pabellón de los oficiales de Marc Dugain por François Dupeyron. Han tratado el tema Derek Robinson, Alexander Fullerton y Anne Perry. Jan Morris elaboró una biografía del almirante Fisher, Peter Kilduff una nueva del Barón Rojo; hay ensayos sobre la guerra aérea (Aces falling, de Peter Hart, o On a wing and a prayer de Joshua Levine. En Tolkien and the Great War (Harper Collins, 2003) se rastrea en las imágenes que vio el autor en las trincheras los paisajes desolados de Mordor (la salvación de Minas Tirith por un ejército de muertos la habría inspirado un texto de Sassoon).
Muchos poetas ingleses escribieron sobre esta traumática experiencia. Her Privates We, de Frederic Manning, fue aplaudida por Hemingway, T. S. Eliot y T. E. Lawrence. La marcha Radetzky, de Joseph Roth, retrata el fin del imperio austrohúngaro; satírica es la visión del clásico checo Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hašek. Son clásicos del pacifismo Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque y Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo; también es clásica Adiós a las armas, de Hemingway y El final del desfile de Ford Madox Ford.
Otros grandes clásicos imprescindibles del conflicto son Adiós a todo eso, memorias de Robert Graves (Muchnik, 2000); Los Siete Pilares de la Sabiduría de T. H. Lawrence, Tempestades de acero, de Ernst Jünger y El miedo, de Gabriel Chevallier (1895-1969).
En el cine destacan Senderos de gloria, de Stanley Kubrick, basada en una novela de Humphrey Cobb inspirada en hechos reales; La gran ilusión, de Jean Renoir; Sargento York, de Howard Hawks; Sin novedad en el frente en su varias versiones; Rey y patria, de Joseph Losey; El gran desfile, de King Vidor; Gallipoli, de Peter Weir; Capitán Conan, El pabellón de los oficiales y Lawrence de Arabia. Filmes sobre aviación, desde Alas o Águilas azules y Fly boys (2006).
La economía colombiana entre el crecimiento y el desarrollo
por Nelson Fajardo Thursday, May. 24, 2007 at 2:57 AM
por Nelson Fajardo Thursday, May. 24, 2007 at 2:57 AM
El tema de la revaluación del peso se ha convertido en el eje central del debate sobre la coyuntura económica colombiana. Hay quienes se atreven a sugerir soluciones frente a un problema que viene afectando en profundidad al sector agroexportador, en la medida en que se viene deteriorando su rentabilidad y genera desempleo por efecto multiplicador; entre dichas soluciones está la dolarización de la economía, propuesta que es supremamente aventurera y puede conducir a mayores desequilibrios sociales con respecto a la relación entre ingresos y capacidad de consumo.
Lo cierto es que la flexibilización absoluta de las tasas de cambio, la liberación de las tasas de interés del control esta tal y el excesivo control de Estado sobre la inflación hacen parte de los elementos estratégicos proclamados por el modelo neoliberal en el Consenso de Washington; elementos, que en calidad de mecanismos propios para el buen funcionamiento del modelo, vienen demostrando sus altas debilidades para asegurar una dinámica positiva en la r elación entre crecimiento y desarrollo.
En efecto, durante los últimos años hemos oído una vasta publicidad del Gobierno sobre lo positivo de las tasas de crecimiento que vienen acompañando el país. Dichas tasas han estado soportadas en la rentabilidad agroexportadora, el control a la inflación acompañado de una liquidez monetaria estimulada por un sector financiero, que se convierte en el líder del llamado crecimiento; a estos componentes se une el fenómeno de las caletas descubiertas y propias de la economía ilegal, todo ello bajo un esquema de concentración de la riqueza, que exporta capitales hacia fuera y golpea el consumo popular y la inversión para el desarrollo nacional.
Bajo estas circunstancias, los efectos no se han dejado esperar, y entre ellos tenemos, la oscilación de los valor es en el mercado accionario con tendencia decreciente, el aumento de las tasas de interés con un fortalecimiento del capital especulativo, el desvío de ganancias generadas en el territorio hacia el mercado de capitales; mientras que la enorme liquidez del capital dinero, se orienta hacia una revaluación que afecta el consumo directo de la población y favorece la importación de chécheres y cachivaches para una oferta de consumo cara, y finalmente, la pérdida de control sobre la inflación, que puede retornar a cerca de los dos dígitos al finalizar el año.
Todos los efectos están anunciando el posible retorno a situaciones similares a las vividas entre 1998 y 2002, cuando la economía se desplomó por debajo de cero crecimiento. Dicha posibilidad está relacionada con la baja inversión en capital fijo para el desarrollo industrial, debida a la fuga de capitales y la confianza del Gobierno en el efecto positivo que puede tener un Plan de Desarrollo 2006 a 2010, que sigue descapitalizando el Estado a favor de una mercantilización absoluta de la economía, ligada a las importaciones de bienes de consumo directo y el estímulo de los servicios, descontextualizados de una estructura armónica de la economía nacional.
Si a lo anterior agregamos, el fracaso rotundo del TLC con los Estados Unidos y el desprecio político internacional que atraviesa el Estado colombiano, incluso en los mismos Estados Unidos, estamos transitando paulatinamente hacia una perspectiva de crisis económica que colocará, de nuevo, al desnudo las enormes debilidades estructurales de una economía en manos de una oligarquía voraz que articula a una burguesía en proceso de transnacionalización permanente, el gran latifundio improductivo y narcomafioso con los intereses de las transnacionales.
La enorme movilización social que viene irrumpiendo desde el movimiento estudiantil y sindical debe alcanzar mayores niveles de cohesión y articulación para involucrar amplios sectores en la lucha por la defensa de la soberanía nacional, el fortalecimiento del desarrollo industrial, la reforma agraria integral, la defensa del derecho a la educación pública en todas sus manifestaciones y el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de las mayorías del pueblo colombiano.
Lo cierto es que la flexibilización absoluta de las tasas de cambio, la liberación de las tasas de interés del control esta tal y el excesivo control de Estado sobre la inflación hacen parte de los elementos estratégicos proclamados por el modelo neoliberal en el Consenso de Washington; elementos, que en calidad de mecanismos propios para el buen funcionamiento del modelo, vienen demostrando sus altas debilidades para asegurar una dinámica positiva en la r elación entre crecimiento y desarrollo.
En efecto, durante los últimos años hemos oído una vasta publicidad del Gobierno sobre lo positivo de las tasas de crecimiento que vienen acompañando el país. Dichas tasas han estado soportadas en la rentabilidad agroexportadora, el control a la inflación acompañado de una liquidez monetaria estimulada por un sector financiero, que se convierte en el líder del llamado crecimiento; a estos componentes se une el fenómeno de las caletas descubiertas y propias de la economía ilegal, todo ello bajo un esquema de concentración de la riqueza, que exporta capitales hacia fuera y golpea el consumo popular y la inversión para el desarrollo nacional.
Bajo estas circunstancias, los efectos no se han dejado esperar, y entre ellos tenemos, la oscilación de los valor es en el mercado accionario con tendencia decreciente, el aumento de las tasas de interés con un fortalecimiento del capital especulativo, el desvío de ganancias generadas en el territorio hacia el mercado de capitales; mientras que la enorme liquidez del capital dinero, se orienta hacia una revaluación que afecta el consumo directo de la población y favorece la importación de chécheres y cachivaches para una oferta de consumo cara, y finalmente, la pérdida de control sobre la inflación, que puede retornar a cerca de los dos dígitos al finalizar el año.
Todos los efectos están anunciando el posible retorno a situaciones similares a las vividas entre 1998 y 2002, cuando la economía se desplomó por debajo de cero crecimiento. Dicha posibilidad está relacionada con la baja inversión en capital fijo para el desarrollo industrial, debida a la fuga de capitales y la confianza del Gobierno en el efecto positivo que puede tener un Plan de Desarrollo 2006 a 2010, que sigue descapitalizando el Estado a favor de una mercantilización absoluta de la economía, ligada a las importaciones de bienes de consumo directo y el estímulo de los servicios, descontextualizados de una estructura armónica de la economía nacional.
Si a lo anterior agregamos, el fracaso rotundo del TLC con los Estados Unidos y el desprecio político internacional que atraviesa el Estado colombiano, incluso en los mismos Estados Unidos, estamos transitando paulatinamente hacia una perspectiva de crisis económica que colocará, de nuevo, al desnudo las enormes debilidades estructurales de una economía en manos de una oligarquía voraz que articula a una burguesía en proceso de transnacionalización permanente, el gran latifundio improductivo y narcomafioso con los intereses de las transnacionales.
La enorme movilización social que viene irrumpiendo desde el movimiento estudiantil y sindical debe alcanzar mayores niveles de cohesión y articulación para involucrar amplios sectores en la lucha por la defensa de la soberanía nacional, el fortalecimiento del desarrollo industrial, la reforma agraria integral, la defensa del derecho a la educación pública en todas sus manifestaciones y el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de las mayorías del pueblo colombiano.
Derechos constitucionales
Los derechos constitucionales son aquellos incluidos en la norma constitutiva y organizativa de un estado generalmente denominada constitución que se consideran como esenciales en el sistema político están especialmente vinculados a la dignidad humana. Es decir, son aquellos derechos que dentro del ordenamiento jurídico disfrutan de un estatus especial en cuanto a garantías (de tutela y reforma). Es conocido el planteamiento filosófico-antropológico de que donde nace una necesidad surge un derecho; éste planteamiento tan lógico aparece por primera vez en "La República" de Platón. Los derechos constitucionales se clasifican en derechos fundamentales o de primera generación, Derechos económicos, sociales y culturales o de segunda generación, y derechos a un medio ambiente sano o de tercera generación.
Los derechos fundamentales son aquellos inherentes al ser humano, pertenecen a toda persona en razón a su dignidad humana.
- Concepto objetivo. Esencia de la estructura jurídico política de nuestra constitución, el estado social de derecho no puede existir sin el reconocimiento y el ejercicio de los derechos fundamentales.
- Concepto subjetivo, ámbito limitado del individuo imprescindible para el desarrollo y la libertad de las personas, es núcleo básico e irrenunciable del estatuto jurídico del individuo.
- Límites Internos, el contenido del derecho no debe de ser transgredido por otras personas o poderes, ya que se estaría atentando a la dignidad de la persona.
- Límites Externos, impuesto por el orden jurídico de manera expresa, limita las manifestaciones ideológicas, protegiendo de esta manera los derechos de otras personas.
- Inherentes a la personalidad: son aquellos derechos de los cuales se es titular por el solo hecho de ser persona.
La Jurisprudencia Mexicana nos da la siguiente definición: Consultable en el No. de Registro: 190,188 Tesis aislada Materia(s): Común Novena Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta XIII, Marzo de 2001 Tesis: I.13o.A.3 K Página: 1742
DERECHOS SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS, DIFERENCIA DE LOS, CUANDO SE TRATA DE ACTOS DE IMPOSIBLE REPARACIÓN. El artículo 107, fracción III, inciso b, de nuestro Texto Constitucional señala que: "Todas las controversias de que habla el artículo 103 se sujetarán a los procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo a las bases siguientes: ... III. Cuando se reclamen actos de tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, el amparo sólo procederá en los casos siguientes: ... b) Contra actos en juicio cuya ejecución sea de imposible reparación, fuera de juicio o después de concluido, una vez agotados los recursos que en su caso procedan.". Del texto anterior se desprende que cuando se reclaman, en amparo indirecto, actos de imposible reparación dictados dentro de un procedimiento que aun no ha concluido, resulta indispensable que los daños causados por éstos no tengan reparación alguna para el gobernado, afectando sus derechos sustantivos y no los adjetivos, entendiéndose por los primeros, los que lesionan los derechos fundamentales del agraviado (el honor, la libertad, la vida, la propiedad, la posesión, ventajas intraprocesales, derechos procesales dentro de un juicio, utilidades, ganancias legales, etc.), mismos que se encuentran tutelados en nuestro Texto Constitucional a través de las llamadas garantías individuales, en virtud de que la afectación no se destruye con el sólo hecho de que quien la sufra obtenga una sentencia definitiva favorable en el juicio; por el contrario, los derechos adjetivos son los que sólo producen efectos de carácter formal o intraprocesal, puesto que inciden dentro del procedimiento legal, de acuerdo a como se va desarrollando éste, debido a la intervención de las partes con vista a la obtención de una sentencia favorable; por lo que si esto se logra, tales actos se extinguen sin haber causado afectación alguna a los derechos sustantivos del gobernado. Así, la distinción entre un derecho sustantivo y un adjetivo, para determinar cuándo se está en presencia de un acto de imposible reparación, versará en la afectación sufrida por el gobernado en relación con sus derechos fundamentales y los actos procesales que se dicten dentro del procedimiento respectivo.
Tesis dictada por el DÉCIMO TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL PRIMER CIRCUITO.
Dentro del Juicio de Amparo en revisión (improcedencia) 33/2001. Rafael Galván Anaya. 31 de enero de 2001. Unanimidad de votos. Ponente: Rosalba Becerril Velázquez. Secretaria: Carolina Acevedo Ruiz.
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